En el transcurso de la vida cotidiana dentro del hogar es posible encontrar muchísimas oportunidades de intercambio que pueden resultar muy enriquecedoras a la hora de pensar en preparar el aprendizaje del niño en el centro escolar. Saber escuchar es una de ellas.
A modo de ejemplo:
1. Conversaciones diarias sobre hechos cotidianos: hablar y escuchar con atención al niño.
2. Leerles y escuchar cómo leen, contar historias.
3. Expresiones de afecto.
4. Comentarios en familia sobre libros, noticias o programas de televisión.
Diversos estudios mostraron que los niños trabajan mejor en el centro escolar cuando en las familias hay una comunicación fluida entre sus miembros y estos mantienen conversaciones sobre hechos de la vida diaria. Esto varía según la calidad y cantidad con que se produce la interacción. ¿El tono que subyace en la conversación es positivo, reforzador? ¿La conversación se da en ambas direcciones entre padres e hijos? ¿Las dos partes escuchan y hablan? Cuando los niños van creciendo, el tiempo que se invierte en la conversación con los padres puede disminuir. Quizás esto pueda resultar algo obvio, pero no lo es.
Un vínculo emocional consistente entre padres e hijos, demostrado explícitamente por medio de expresiones de afecto, proporciona al niño un mayor bagaje psicológico para enfrentarse a las situaciones de tensión y a los retos que presenta la vida fuera del hogar, en especial, en la escuela.
Cuando la familia habla sobre los hechos de la vida cotidiana, la mente de los niños está expuesta al descubrimiento, a la confrontación, a las diferentes opiniones y, de ese modo, su curiosidad se mantiene viva.
Además, los padres pueden aprender la importancia que tienen los contactos afectivos con sus hijos, en especial en los momentos en que el niño se siente temeroso o ansioso; por ejemplo, al salir de la casa por la mañana o al acostarse por la noche.
Se puede pedir a los padres que inviertan un rato diario en conversar, deliberadamente, con el niño, en escuchar con atención lo que este tiene que decir sobre lo que le ha pasado en el día, sin distraerse con los otros miembros de la familia, con la televisión o la radio.
A largo plazo, los niños se benefician cuando sus padres conocen quiénes son sus amigos, qué ven en televisión y mantienen contacto con sus maestros.
Fuente | Valdez, Rosarios (2008). Ayudemos al niño a crecer feliz: Guía facilitadora para los maestros comunitarios. UNICEF
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